El
término autismo proviene del griego “autos” y significa sí mismo. La primera
vez que fue utilizado, por Bleuler (1911), era para referirse a un trastorno
del pensamiento que solamente aparecía en algunos pacientes esquizofrénicos. Es
cierto que Bleuler fue el primero que utilizó el término autismo, pero sin embargo se considera a Leo Kanner el creador de
este trastorno infantil gracias a la observación de once niños que sufrían
alteraciones extrañas y no parecidas a ninguna otra enfermedad psicopatológica.
De esta modo Kanner en 1943 lo describe
como un síndrome conductual que se manifiesta por una alteración del lenguaje,
de las relaciones sociales y los procesos cognitivos en las primeras etapas de
la vida. Kanner entendió esta sintomatología como una alteración del contacto
socio-afectivo, lo que supuso que en las dos décadas posteriores, la mayor
parte de las investigaciones identificaran al autismo con trastornos
emocionales, enfoque que desarrolló profundamente la escuela psicoanalítica.
A partir de los años 60,
comienzan a diversificarse las líneas de investigación. Una de las más notables
es la que, como hipótesis explicativa del autismo postula la existencia de una
alteración del desarrollo del lenguaje. Estas aportaciones conducen a una
visión más compleja del autismo.
En
los años 70 y 80, con la aparición de las nuevas técnicas de exploración
neurológica, neuropsicológica, neurofisiológica, etc. se da un espectacular
avance en el conocimiento de este trastorno.
Se
inician nuevas áreas de estudio, como la influencia que los aspectos evolutivos
tienen en la patología de esta enfermedad: las relaciones entre autismo y
epilepsia. Pero lo que más refleja el
avance de esta época es la utilización de las técnicas neurofisiológicas en el
diagnóstico y las técnicas de modificación de conducta en el tratamiento.
En estos años encontramos a Rutter que discrepó a Kanner en lo referente al contacto afectivo como rasgo primario y las alteraciones lingüísticas como síntoma secundario, como consecuencia de la alteración afectiva.
Rutter
propone la siguiente definición: “ El autismo proviene de un origen orgánico
cerebral y también un síndrome conductual caracterizado por diversos síntomas
que son comunes a todos los niños autistas y específicos de este trastorno”.
Por
otra parte la “National Society for Autistic Children” (NSAC) de Estados
Unidos, en 1977, elaboró una definición ponderada por un comité técnico. Al
igual que Rutter, hace referencia a un síntoma conductual y cuyos rasgos
esenciales implican alteraciones en el desarrollo, respuestas a estímulos
sensoriales, el habla, el lenguaje, las capacidades cognitivas y la capacidad
de relacionarse con personas, sucesos y objetos.
Durante
muchos años ha habido una falta de acuerdo entre si todo venía de factores
cognitivos o de los factores socioafectivos. Actualmente los clínicos lo
describen cómo un trastorno generalizado del desarrollo, sin embargo parece
existir una cierta tendencia para volver al término original.
Las
primeras teorías que se hicieron sobre las causas fueron que los padres
trataban a sus hijos autistas sin el calor y el afecto que se considera normal
entre padres e hijos. La psicología freudiana tenía una teoría preparada para
el autismo: si falla cierta relación
psicológica básica entre padres e hijos, estos últimos serán incapaces de
evolucionar. Esta teoría permaneció vigente durante los años 50 y
principios de los 60. Pero también existen dos explicaciones alternativas
obvias que la teoría freudiana no aprecia:
- la
poca interacción observada en los padres, podría ser una consecuencia y no
causa del comportamiento autista de los niños.
- el
autismo podría ser, en un caso extremo, la herencia genética de un rasgo de
personalidad observada en dichos padres.
Los
antiguos tratamientos consistían en
apartar algunos niños de sus padres y ponerlos en manos de otros
cuidadores para ver si se recuperaba. Cuándo pudieron ver que este método no
era remedio para curarlos, se hicieron algunos intentos de sumergir a los niños
en entornos de estado psicológico, de los que habían carecido de sus padres,
pero de este modo tampoco encontraron el remedio de esta enfermedad.
Algunos
de los antiguos mitos decían que:
- el
autismo es causado por una mala actitud de los padres.
- los
niños autistas son inteligentes.
- el
autismo se cura.